Inés Efrón: “la clave es confiar en que uno está entendiendo la realidad”

“En general, me tengo que forzar a viajar”, cuenta Inés Efrón desde la India. Adora estar en su casa, pero admite que conocer otras realidades le hace muy bien; entonces, se “fuerza” a hacerlo todos los años. La actriz de películas como XXY y Voley dice conmoverse con una realidad tan ajena y diferente a la occidental – particularmente, a la argentina – como lo es la india. De todas formas, ya es la tercera vez que visita aquel país tan “intenso”, como lo describe ella, y cree que necesita tomarse un descanso.

Hoy, está allí como extensión de un viaje de trabajo por la obra de teatro en la que participa: Arde brillante en los bosques de la noche de Mariano Pensotti.

Tiene apenas treinta y tres años, pero su voz dulce y relajada y su risa contagiosa la hacen parecer aún más joven. Mientras cuenta anécdotas de su viaje, se detiene sobre sus palabras y se ríe. “Perdón que me distraiga”, explica, “mi hotel tiene un restaurante en el piso de abajo y todas las noches se escuchan gritos desde mi habitación”. Se mantiene en silencio: intenta escuchar y descifrar qué está pasando. “No sé si se están peleando o no, pero ahora parecen risas, así que no pasa nada”, dice riéndose de la situación.

Oriunda de México, Inés vivió en Buenos Aires toda su vida. Y, a pesar de casi no haber vivido en su país natal, le queda un “amor fraternal” por él. Su casa, cuando era chica, estaba llena de adornos mexicanos y se comía mucha comida típica de allí; esto y sus padres contándole siempre sobre su vida allí, le generaron una empatía impresionante por aquel país del que se mudó sin siquiera tener un año de vida.

Esa pasión por México era demasiado grande para ignorarla y, con el objetivo de explorarla, se mudó allí. Pasó menos de un año y volvió a Buenos Aires “más argentina que nunca”: después de haber mantenido su nacionalidad mexicana por años, comenzó el trámite para obtener la argentina.

Su vida en Buenos Aires se desarrolló en San Martín y, como quizás le ocurre a muchas personas que viven en provincia, sentía que Capital Federal era el lugar “donde realmente pasaban las cosas”. Con esta idealización de la Capital como motor principal y también en busca de una independización mayor, a los 14 años, Inés encontró en Página 12 – el diario que se leía en su casa – un anuncio de un curso de actuación en Chacarita.

 

Interpretando otras realidades

La vida de Inés Efrón como actriz comenzó con aquel curso en Capital Federal. Pero, es hasta el día de hoy, que la razón por la que eligió actuación y no, por ejemplo, poesía sigue siendo un misterio para ella. “No me acuerdo porque me decidí por eso en ese momento, pero, desde ahí, no paré de hacer talleres, de actuar”, explica.

¿Cuándo te diste cuenta de que la actuación era más que un hobby?

A los 17 años, cuando estaba terminando el secundario, me di cuenta de que quería que la actuación fuera mi vida, que quería dedicarme a ella. Me egresé y empecé a estudiar en el IUNA; en aquel momento, me parecía el primer paso – aunque al mismo tiempo iba al taller de Nora Moseinco –.  

Igualmente, tenía un plan B: siguiendo el consejo de mis papás, me anoté también en un curso de cocina.

¿Cómo te adentraste profesionalmente en el mundo de la actuación?

Al año de estar estudiando en el IUNA, dejé la carrera. La verdad es que no me gustaba la universidad y me agobiaba la institucionalidad trucha que tenía en ese momento – que creo que hoy ya no tiene –. De todas formas, lo que más confianza me dio para dejar de estudiar fue conseguir mi primer trabajo en una obra de teatro: Poses para dormir de Lola Arias.

¿Cómo fue el paso al cine?

Fue todo muy natural. Esa obra que yo hacía, Poses para dormir, la fue a ver Alexis Dos Santos porque estaba buscando chicos para su película. Y así fue cómo, a mis 21 años, tuve mi primer papel en cine en la película Glue, un proyecto hermoso. Tuve mucha suerte, porque fue una gran película y era mi primera experiencia.

Hoy se habla de que la generación de actores jóvenes a la que perteneces junto a Violeta Urtizberea, Justina Bustos, el “Chino” Darín, etc. es diferente a otras generaciones anteriores. ¿En qué notas esa diferencia?

Eso lo veo cuando consumo tele o cine. Veo que los actores jóvenes de hoy en día casi no actúan; hoy, actuar es ser más uno que nunca, implica ser muy natural. Las generaciones argentinas anteriores actuaban de formas mucho más barrocas. Veo esa diferencia y me encanta: soy mucho más afín a esa cosa transparente, vacía de adornos.  

Cuando uno ve los proyectos en los que trabajaste, llama la atención que – generalmente – los personajes que representas se relacionan con temas sobre los que es importante iniciar una conversación en la Argentina, como la homosexualidad en El Niño Pez, la intersexualidad en XXY, etc. Esta, ¿es una casualidad o son elecciones hechas en consciencia?

La verdad es que me llegaban los trabajos. Pero yo creo que, a uno, como actriz o actor, cuando le llega un papel es porque hay algo de su conciencia que conoce de ese tema.

Esos temas, en mi propia adolescencia, fueron una gran incógnita, de mucha duda y mucha curiosidad. Por eso yo creo que me aparecían esos papeles: porque los conocía y podía actuarlos.

¿Cómo te preparaste para representar a Alex, una persona intersexual, en XXY?

En ese momento, era muy inconsciente… bueno, todavía lo soy un poco ahora (se ríe). Pero cuando era más chica, no me preparaba mucho para los papeles. Igual, ¿qué es prepararse? ¿No? ¿Qué es estar preparado para algo?

Cuando representé a Alex, tuve poca información teórica pero la suficiente para poder actuar con libertad y sin conceptos demasiado estrictos. Lo que sí hice fue reunirme con un endocrinólogo que me mostró fotos de genitalidad intersexual. Ver algo tan concreto como eso, me sirvió para entender cómo viven las personas intersexuales.

Me imagino que, al ser una realidad tan distinta, debe ser difícil lograr interpretar un personaje así.

A mi me pasa siempre eso cuando actúo. Las realidades que interpretamos como actores, a veces, son increíblemente distintas a nosotros. ¿Cómo hago, entonces, para que mi representación tenga verdad? En esos momentos, la clave es confiar… confiar en que uno está entendiendo la realidad; aunque tal vez no racionalmente, porque a veces los personajes implican inteligencias emocionales que me superan.

 

Más allá de la actuación

A fin de año de 2017, Inés presentó su proyecto Vidriera: del 7 de noviembre hasta el 31 de diciembre, la vidriera de un local ubicado en el barrio de Almagro se vio intervenida por distintos artistas convocados por la actriz. Entre ellos se encontraban el director de cine Alexis Dos Santos, el director y dramaturgo Ariel Farace, la artista visual Lules Fiorenza, el actor Martín Piroyansky, etc.

La idea de la obra de arte era localizar en un tiempo y espacio fijo – como su nombre lo indica, en una vidriera – distintas exhibiciones con el objetivo de que los peatones se detuvieran a mirar. Esta fue la primera vez que la actriz se incursionó en el mundo de la dirección creativa.

¿Cómo surgió la idea de Vidriera?

Desde que actúo, tengo muchas ganas de tener algo que no sea de otro. Porque, al ser actriz, siempre participé en obras de otros, en películas de otros… y ese deseo de hacer algo que me represente un poco más está continuamente presente en mí.

Vidriera surgió a partir de esa necesidad, y de un imaginario que tuve siempre: la idea de ir por la calle y ver cómo las personas que están en los bares, en las carnicerías, etc. están ahí expuestas, de una forma teatral. Me interesaba explorar esa idea y así, además, ofrecerle algo a los que están en la calle, al peatón – es decir, a esa gente que no está buscando algo artístico, sino que lo encuentra inesperadamente cuando, por ejemplo, está yendo a comprar pan a la panadería –.

¿Obtuviste la reacción que querías?

Sí, en general, fue lo que esperaba. Aunque sí me llamó la atención como, a veces, la gente se desorientaba: pasaban personas que realmente no podían entender lo que ocurría; se frenaban frente a la exposición y preguntaban todo, intentando con todas sus fuerzas entender qué tenían en frente. Me esperaba la curiosidad de la gente, pero no quizás al nivel que la vivimos.

Igualmente, es cierto que, como cualquier persona que expone su proyecto, también me había imaginado lo peor: que la gente iba a sentir rechazo, que nos iban a insultar, etc. Pero, por suerte, no pasó nada de eso.

 

Últimos proyectos

En la actualidad, Inés forma parte de dos proyectos: la obra de teatro Arde brillante en los bosques de la noche, de Mariano Pensotti; y Videoclub, un ciclo de proyecciones en el cine de un hotel deshabitado, que organiza YUKI y tiene por objetivo destacar el material audiovisual de jóvenes directores de hoy. Está dividido en tres ediciones: videoclips, cortos y fashion films.

La actriz, junto a Lules Fiorenza, realizó la curaduría de la segunda edición del evento, en la que se van a proyectar distintos cortos.  

¿Cómo fue el proceso de curaduría para Video Club?

Fue un proceso que implicó mucho pensar en amigos, en gente que sé que está produciendo cosas de calidad.

Lules estuvo un poco más metida en la selección, porque yo estaba acá, muy lejos de todo (en la India); confíe plenamente en ella. Yo, más que nada, le iba diciendo la gente que me venía a la mente: en su mayoría, eran personas de la escuela de Nora Moseinco, porque creo que tenemos todos el mismo código de mirada del arte.

 

El futuro

¿En dónde te ves de acá a 10 años?

No me veo viviendo de ser actriz. Tengo todo el tiempo en mi mente la idea de ponerme un local de tés. Un puestito callejero al estilo de uno de diarios, pero de tés. En la India está lleno de esos y me gustaría abrir uno en Buenos Aires.

Además, la verdad es que el mundo de la actuación me aburre un poco, ya no lo soporto tanto. Esto es algo que siempre me pasó, pero hay momentos en que se potencia y lo siento más fuerte. No me termina de satisfacer.

¿Desde que empezaste a actuar te sentís así?

Sí, siempre tuve muchas dudas. Tenía la idea de estudiar otra cosa siempre dándome vueltas en la cabeza hasta que en un momento me dije “basta, no dudes más, actuar te gusta y te sale bien”. Pero, igual, la duda siempre vuelve: siento que no me termina de completar, que hay algo más allá de la actuación para mí.

Entonces, esas dudas van y vuelven, pero en el futuro, ¿realmente vas a dejar de actuar?  

Siempre voy a actuar, pero quizás no voy a vivir de eso. De acá a diez años, actuar solo va a ser algo que me genere disfrute. Además, estoy segura de que, con el paso del tiempo, voy a actuar cada vez mejor.

Y, ¿si nunca hubieras sido actriz?

Me hubiera gustado estudiar psicología.

 

Preguntas rápidas

¿Quiénes son tus referentes?

Miranda July y, aunque no tiene que ver con mi trabajo, hay un maestro vietnamita que me inspira mucho. Se llama Thich Nhat Hanh.

¿Qué libro y qué película recomendarías?

Un libro puede ser The First Bad Man de Miranda July, y película Force Majeure.

¿Qué mito sobre vos te gustaría derribar?

Que no soy vegetariana.

Si tuvieras que elegir a una persona en el mundo, viva o no, con quien tomar un café, ¿a quién elegirías?

Chavela Vargas.

¿Con qué artista te gustaría colaborar?

Flavia Da Rin.

¿Cuál es tu mayor miedo?

Quedarme encerrada.

¿Cuál sería el slogan de tu vida?

Afloja el puño.

¿Algún consejo que te hayan dado?

Cuando tenía 17 años y estaba estudiando con Nora Moseinco, empecé a tener dudas sobre la actuación. Le conté a ella sobre mi crisis y me dijo: “Inés, mete la cabeza en un balde con agua”, o “en un inodoro” (se ríe); no me acuerdo exactamente qué me dijo, pero creó una imagen muy fuerte que en aquel momento me sirvió. Estaba tratando de decirme que saque mi mente de esos pensamientos.

¿Algún consejo que vos hayas dado a alguien que quiera meterse en el mundo de la actuación?

Yo siempre recomiendo no hacer solo eso. O sea, no cargar al mundo creativo con la idea de que tiene que darte plata; es mejor que quede en el ámbito del disfrute, del goce. Puede darte plata, pero también es bueno tener otra cosa que de plata.

¿Qué es el éxito?

El éxito es cada vez desear menos cosas. Tener menos imágenes de lo que la vida debería ser. “la clave es confiar en que uno está entendiendo la realidad”.

 

 

 

Foto por Mario Efrón.

Written by:

Estudiante de Comunicación Social en la Universidad Austral. Redactora en YUKI.