Hernán Corera: ‘El arte está para sanar, cuando uno hace verdadero arte se sana a sí mismo y sana a los demás’
Todos los objetos que nos rodean al momento de entrevistar a Hernán Corera son pistas que nos acercan a descifrar quién es: obras de arte, una colección de dinosaurios en miniatura, plantas aromáticas y cactus, aroma a palo santo, libros, John Coltrane de fondo.
Entre mates y muffins nos adentramos en su historia.
“De chico me gustaba mucho dibujar, los videojuegos y la música”, cuenta Hernán, quien fue a un colegio “nada de que ver” con él: un instituto católico tradicional de Buenos Aires con orientación en economía. En aquel momento, no había tanta apertura en relación con el diseño, las plataformas digitales, Internet y la globalización como existe hoy, pero, aun así, él sabía que lo suyo iba por ese lado.
Cuando terminó el colegio, empezó la carrera de Ingeniería. “Mi plan era hacer ingeniería informática por mi interés en los videojuegos. Evidentemente no funcionó; yo estudiaba pero me distraía con la música, el estudio no era para mí”, explica Hernán. Se le viene un recuerdo a la mente: MTV en los 2000. Había sido un gran año para este canal y se exhibieron varios videoclips muy poderosos: Radiohead había sacado Kid A y Amnesia, que fueron dos discos que lo marcaron y “flasheaba” porque era lo más cercano al mundo audiovisual que tenía. También lo marcó mucho Spielberg con Jurassic park y Tiburón, Policía del espacio, las revistas de National geographic, entre otros estímulos. Hoy en día sigue conectado con estas marcas ya que, según él, no hay que perder el niño que uno lleva dentro.
Finalmente, cuando se dio cuenta de que ingeniería no era lo suyo, decidió entrar a la carrera de Diseño de Imagen y Sonido en la UBA: los videoclips y la música pedía por él.
“Cuando entré a la carrera tuve mi primer contacto con la fotografía como objeto mío. Durante mi infancia, mi viejo hacía muchas fotos familiares, era obsesivo con la foto, súper amateur y entusiasta”, relata Hernán. Fue esta materia la que lo conectó con su papá. La fotografía le sentó muy naturalmente. Le gustaba mucho el diseño gráfico de los posters de las películas, e intentaba utilizar sus fotos para hacerlos; su ojo estaba preparado para ver qué podía encontrar en la realidad para crear un afiche de película.
Ese fue el momento en que empezó a conocer el mundo del cine y comenzó a ver películas desde un lado más propio; su sensibilidad estaba puesta en la pregunta de por qué me gusta esto. “Cuando uno se hace esta pregunta, empieza a ver otras cosas, ¿qué hay en ese plano que te gusta? empezás a ver los condimentos. Y cuando empezás a saborear los condimentos, estás a un paso de ser chef”, metaforiza.
Una vez realizadas las materias que tenían que ver concretamente con filmar, Hernán decidió dejar el ámbito académico y pasar a la práctica para adquirir experiencia e ir por el camino que él deseaba. “Necesitaba agarrar la cámara e ir a filmar”, expresó.
Trabajó como editor realizando videos institucionales y editando dibujos animados, hasta que finalmente reconoció no encontrar la felicidad allí y decidió viajar a Brasil con un amigo para iniciar una nueva aventura.
Estuvieron tres meses recorriendo Parati, Isla grande y Río. Fue en este viaje donde nació Dietrich, la banda que tuvo durante ocho años junto con algunos amigos.
¿Por qué Dietrich? Por un personaje de la película El aura de Bielinsky. Para mí es la mejor película de cine nacional, cuando murió Bielinsky, fue una gran pérdida para el cine argentino. Era muy zarpado.
Al regresar de este viaje, decidió no trabajar más en relación de dependencia para dedicarse a hacer cosas que le hicieran realmente bien y apostar todo para hacer sus propios proyectos. Así fue que por mucho resignó vivir solo; toda la plata que tenía la invertía en sus proyectos. “Filmar cuesta muy caro, los equipos son caros. Yo quería ser independiente”, afirma.
De a poco todo se fue acomodando. Todo lo que pensó que iba a pasar fue sucediendo y, a pesar de vivir momentos difíciles, pudo hacer lo que más le gustaba: dirigir.
Por medio de las redes humanas y la magia del universo, Hernán se conectó con Mustafa Yoda, un artista nacional de hip hop, y le realizó un videoclip junto a dos amigos que terminó saliendo en la revista Rolling Stone como mejor video de la historia de hip hop nacional. A raíz de esto, Dante Spinetta, que en ese momento era solista, se contactó con Hernán y le propuso hacer un video para él.
“Así fue como lo conocí a Dante. Más allá de lo laboral, desde ese momento somos amigos íntimos y tenemos mucha conexión artística y humana”, confiesa el director. “Dante siempre me dio la confianza para dejarme jugar. El trabajo es combinado, se compone de varios colores pero no deja de estar mi color ahí”.
La primera nominación a los Grammy llegó a partir del video Ula Ula de los Illya kuryaki, un proyecto independiente que realizó Hernán junto a un amigo y un productor. Hoy trabaja en Argentinacine, y se dedica tanto a la publicidad como a los proyectos de música que tanto le apasionan.
La transparencia de Hernán refleja cuán importante es para él la búsqueda interior. Afirma que siempre tuvo un espacio artístico propio que le permitió conectar consigo mismo: la música y la fotografía. Le pone un peso muy especial a la fotografía, porque se trabaja con luz, “lo que la cámara toma son partículas de luz, es muy fuerte lo que pasa ahí. Es único, es un momento verdadero y cuando contás verdad en una foto es increíble”. También forma parte de una banda llamada Gauchos de medianoche, con la que produce música experimental.
¿Siempre fuiste espiritual? Siempre fui espiritual pero algo cambió cuando empecé a hacer fotos y filmar. Estar filmando un videoclip y que de repente pase una bandada de pájaros y que la toma sea increíble, son cosas que uno no maneja. Ahí hay algo más, como una antena a la que uno se conecta, hay un orden mayor. Creo que el arte está para sanar. Cuando uno hace verdadero arte se sana a sí mismo y, como uno se sana así mismo, sana a los demás, porque en el fondo somos todos iguales.
¿Qué es lo más disfrutas de tu trabajo? Creo que tiene que ver con esto de conectar con uno y con las personas, porque el trabajo que me toca hacer es muy colectivo y es clave la confianza: dejar jugar al otro y que te dé lo mejor y recibir eso para dar algo mejor, y así sucesivamente. Al tener acceso a cabezas más importantes, también tenés más responsabilidad para poder traer algo honesto que ayude a las personas, a la sociedad, a lo que sea.
¿Tenés algún referente? La persona que me cambió la forma de ver las cosas fue Jack Kerouac. Su libro “En el camino”, me rompió la cabeza. Después Sábato, también. Son personas que te hacen ver las cosas desde otro lugar. En el cine, Spielberg, Tarkovsky, muchos directores. En el seno familiar, mis referentes son mi viejo, mi abuelo, mi vieja, mi hermano, mi familia en general; son como el palito que se le pone al árbol para que crezca derecho.
¿Qué te inspira? La poesía, la fotografía y la música me inspiran mucho. Y creo mucho en la introspección, en conectar con lo que estoy viviendo en el momento, con lo que hay adentro mío. Está bueno ver dónde está uno parado, si vos ves mis laburos, cada uno tiene su peso propio. No voy desde lo que me gusta sino desde las emociones que estoy transitando en ese momento y cómo esas emociones me hacen traer otras cosas.
¿Cómo manejas la exigencia? Soy súper exigente y obsesivo, mal (risas). Es un bajón porque la sufro un montón y siento que de eso tengo que aprender. Muchas veces, tenés que hacer con lo que tenés, y construir desde ahí es todo un desafío. Estar despierto, intuitivo, súper flexible, es así como hay que estar. Los imprevistos pasan y generalmente están puestos para que uno puedas agarrarse de eso y construir algo, que por ahí es mejor de lo que pensabas. Con el resultado final soy súper obsesivo, puedo pasarme horas y horas hasta llegar a algo que me conmueva; pongo esa vara: si no me conmueve, no está listo. Quiero entregar algo que sea honesto.
¿Qué cualidad reconocés en vos? La generosidad. La necesidad de compartir.
¿A qué artista te gustaría hacerle un videoclip? A Flying Lotus, y a Shabazz Palaces. También me gustaría hacer películas. Siento que hay historias y situaciones que quiero contar, mensajes que quiero dar. Pero ya va a llegar, es importante la paciencia: el árbol para que sea árbol primero tiene que ser semilla. La vida es larga, no es una carrera, es más parecida a una maratón. Hay que estar tranquilo, y hay procesos que sí o sí uno tiene que atravesar.
¿Cómo te llevas con la competencia? La competencia al principio la llevaba bastante mal, era chico, sentía que alguien me podía hacer sombra u obstaculizar. Después entendés que nada que ver, que uno es uno y el camino que hacés es el propio y que nadie te puede obstruir si vos estás enfocado en lo que sos vos.
¿Qué sentiste cuando te premiaron? Sentí como un abrazo, como una palmada en la espalda. Llegar a la instancia de estar nominado para un Grammy es muy difícil porque estás participando en un ambiente que no es el tuyo, la música. Vos sos director audiovisual y estás siendo nominado en un ambiente nada que ver, es el único premio en relación a lo audiovisual. Es muy difícil llegar a eso: estar nominado por un videoclip en Latinoamérica. La primera vez que fui, en 2013, me habían dicho que había ganado; entonces viajé, festejé y de repente, nombraron otro videoclip. Fue una frustración re grosa. Y, cuando finalmente lo gané en la segunda nominación, yo sabía lo que valía y por eso fue fuerte. Le di otro significado.
¿Con quién te tomarías un café? Con Spielberg.
¿Un mito a derribar? El artista reviente.
¿Una palabra que te guste decir? Esperanza.
¿Un buen consejo que te hayan dado? “No le hagas al otro lo que no te gusta que te hagan”.
¿Qué te divierte? Jugar juegos de mesa con amigos.
¿Algo que te aburra soberanamente? La gente snob.
¿Qué es para vos un pecado capital? La autodestrucción.
¿Un momento del dia? La mañana.
¿Te gustaria ser mas…? Tolerante.
¿Cuál es tu mayor miedo? La enfermedad.
¿Algo que nunca vas a olvidar? Mi infancia.
¿Cuál es tu top 3 de series? Big Little Liars, The Night Off y True Detective.
¿Una película que te haya marcado? Jurassic Park.
¿Un libro? Moby Dick.
¿Una banda? Tv on the radio, me marcó mucho. También Radiohead, los Beach Boys, los Beatles.