Santiago Korovsky: ‘Somos una generación que veía televisión de chicos, después internet ocupó ese espacio y ahora nos sentimos más cómodos con la libertad que nos da’
Santiago Korovsky es una persona cálida. No tiene pudor para autocriticarse y admitir que es extremadamente indeciso. Gracias a su tío Ernesto Korovsky, guionista de televisión reconocido, a los seis años hizo su primera aparición en la televisión argentina, participando en Juana y sus hermanas, pero solo por un día.
Más allá de esa colaboración, no estaba interesado en la actuación todavía y recién volvería a actuar a los veintisiete años. Sus ambiciones iban por otro lado: ‘de chico, quería jugar en San Lorenzo o ser un Beatle… y lo sigo queriendo, nadie me va a decir que ya no puedo’, bromea.
Aunque fue una decisión a la que le dió muchas vueltas, a los dieciocho empezó a estudiar Comunicación Social. Un par de test vocacionales le dieron como resultado cine, pero prefirió estudiar comunicación, porque tenía muchos intereses; le gustaba la sociología, la psicología, el cine y trató de hacer algo que abarcara todo eso. ‘Fue una forma de no decidir me parece, más allá de mis intereses en la carrera’, explica.
Mientras estudiaba, notó que los trabajos que la carrera ofrecía no le interesaban, por lo que empezó a hacer cursos de fotografía, actuación y cine. Con ese conocimiento encima, decidió hacer un documental para su tesis acerca de dos mujeres internadas en un Hospital Neuropsiquiátrico, que comienzan un taller de teatro que les cambia la vida; y trata sobre el poder transformador del arte y la posibilidad tener un proyecto. Ese documental, llamado Salir a Escena, ganó un premio y, gracias a él, lo invitaron al Festival de Mar del Plata donde aprovechó con una amiga para hacer el corto El año pasado en Mardelplá. A partir de ese momento, empezó a crear más cosas y a subir videos a YouTube.
En el camino conoció amigos con los que pudo potenciar sus ideas. A Martín Garabal, con el que hizo varios proyectos, entre ellos Periodismo Total, ganador de un Martín Fierro de cable. A Martin Piroyansky lo conoció gracias a amigos en común, ya que los dos fueron a la escuela de teatro de Nora Moseinco; y con él hizo su participación en las series web Tiempo Libre y el Galán de Venecia.
Todos estas experiencias lo ayudaron a entender cómo funcionan el humor y las redes sociales. Y pasó de no usar Instagram a tener 50 mil seguidores. Sabe implementar el humor fusionándolo con los temas tendencia y eso hace que, muchas veces, sus videos se viralicen. Hoy, está escribiendo para una próxima serie web.
¿Cuáles son tres características que elegirías para definirte? Obsesivo, inseguro… no voy a decir una buena (se ríe). Y neurótico.
Cuando te preguntan qué haces, ¿qué contestas? Soy actor, guionista y trato de hacer mis propios proyectos.
¿Te sentís más cómodo actuando o dirigiendo? Como ‘cómodo’, actuando, porque me puedo relajar en otro y dirigir es difícil. Pero me siento más realizado y más satisfecho cuando puedo hacer las dos cosas.
¿De qué proyecto estás más orgulloso? Me gustan proyectos como el corto El año pasado en Mardelpá, un corto documental sobre mis abuelos que se llama Myriam y Mauricio y la serie web Algo de Carlos. En esos tres proyectos pude actuar, dirigir y escribir, y cuando los veo siento que tienen algo de frescura.
¿Cuál es tu opinión sobre la actual televisión argentina? En general, no miro mucha televisión, ni de acá ni de afuera. Somos una generación que veía televisión de chicos, después internet ocupó ese espacio y ahora nos sentimos más cómodos con la libertad que nos da. Siento que nuestro sueño no es estar en televisión, sino que nos gusta hacer nuestras cosas. Al mismo tiempo, hoy en día la plata sigue estando en la televisión; y si bien es cierto que existen los canjes y se puede hacer plata por subir contenido a las redes, la mayoría de las marcas siguen apostando a la televisión. Por eso, es difícil tener una producción con presupuesto elevado en internet todavía, la tele no termina de incorporar algunas de las cosas interesantes que se hacen en las redes y las redes no terminan de conseguir el nivel de producción de la televisión. La televisión tiene el presupuesto para hacer producciones de buena calidad técnica pero no el tiempo para desarrollarlo bien, y siento que casi siempre se está a las corridas.
¿Creés que es el humor tiene límites? Me parece que hay cosas sobre las cuales es difícil hacer humor. El humor puede meterse en ciertos temas, dar una visión del mundo y ser crítico, pero por ejemplo hay una regla que se suele nombrar en la comedia en Estados Unidos que se llama Don’t Punch Down (No Golpees Para Abajo), que se refiere a no hacer humor sobre una persona que está en una situación de vulnerabilidad en la que no eligió estar. No te burles de alguien que duerme en la calle por ejemplo; aunque si podés hablar del tema si querés hacer humor sobre la insensibilidad de quienes no les importa los que tienen que atravesar esa situación. Pero al mismo tiempo hay personas como Ricky Gervais que de alguna manera sí golpean para abajo algunas veces, que rompen los límites y salen bien parados, pero creo que es porque se entiende que cuando se ríe de otros también se está riendo de sí mismo y de su mirada sobre eso.
¿Cuáles son tus referentes? En el humor, me parece que Ricky Gervais es alguien que inventó otro camino. Después hay referentes que hoy quedaron marcados por todas las acusaciones, pero que en su momento lo fueron en términos artísticos como Woody Allen o Louis CK. Lo que me interesaba de ellos es cómo pudieron mezclar la comedia y el drama, una especie de tragicomedia que me interesa explorar.
¿Qué pensás sobre dividir la obra del artista? No tengo clara la respuesta sobre eso. Me parece que cada caso es distinto; todos escuchamos las historias terribles de Picasso y uno igual mira sus cuadros. Ahora me pasa con las canciones de Michael Jackson, que las escucho, pero no puedo evitar pensar que se trata de un pedófilo; se me mezcla todo. No sé, cada caso es distinto, no hay una regla, pero sí afecta el modo en el que uno consume la obra de ese artista.
¿Qué te gusta generar con lo que hacés? Noto que muchas veces hay algo de generar incomodidad. No sé si es algo que busco, no está tan calculado el efecto. Obviamente quiero que la gente se ría y mejor si puede pensar acerca de alguna situación. Pero en general lo que hago es reírme de mí mismo o tratar de expresar alguna visión en relación a lo que pienso sobre algo que esté pasando en la sociedad, no pienso en la incomodidad como un fin en sí mismo.
También es interesante plantear el chiste sobre la sensación que querés generar. El video de los hijos con las madres tiene una incomodidad inevitable. Ese video lo dirigió Martin Piroyansky y arrancó como una parodia a los videos de desconocidos que se besaban; incluso a mí me generó incomodidad actuarlo, aunque sabía que no era real. A veces me cruzo con personas que me preguntan si es mi mamá o no. Después lo subieron a una página porno y tuvo más de 700 mil vistas; no sé si ponerme contento o triste, supongo que me lo que me sigue generando es incomodidad.
¿Cómo te llevás con las redes y en qué momento decidiste empezar a hacer videos? Tenía amigos cómo Martín Garabal que me venían insistiendo para que usara esa herramienta. Tenía ganas de hacer mis proyectos y no tenía plata; entonces empecé a subir videos y a jugar con eso. Pasé de cinco mil a cincuenta mil seguidores, que es algo que me sorprendió e incomodó también. Este año no lo usé tanto y le empecé a dedicar más tiempo a nuevos proyectos.
Lo bueno es que abren puertas, para mí son más un medio para mostrar lo que hago que un fin en sí mismo. Aunque es cierto las redes tienen una cierta frescura que quizás después cuando tenés un proyecto más armado y con otro presupuesto es difícil conseguir. Quizás es cuestión de encontrar un balance.
¿El aumento de seguidores fue gradual o fue de repente con el video de Patricia Bullrich? Fue de a poco, en realidad fueron tres vídeos los que se viralizaron: primero un video sobre la despenalización del aborto a partir de una idea que había tenido Ofelia Fernández, después un video sobre Tyc Sports haciendo un minuto de silencio para la selección y por último el de Bullrich, que fue el que más se compartió.
¿Algo que te haya flasheado últimamente? Estuve de viaje por una beca de teatro en Estados Unidos y me sorprendió que están todo el tiempo trabajando, son un poco esclavos de su sistema. Se les va la vida en eso, también por lo caro que es vivir en algunas ciudades. Es una vida que no sé si podría llevar, acá trabajamos mucho pero el trabajo no nos define como personas, nos preocupamos más por las relaciones, por juntarnos con amigos. Me sorprendió eso, pero ni para bien ni para mal, sino que me ayudó a entender por qué son como son.
¿Hay algo que te moleste? El ascenso de la derecha en todo el mundo, pero quizás más que molestarme me asusta un poco.
La vejez es un tema que aparece en dos documentales tuyos, ¿qué te interesa retratar de eso? En el de corto sobre mis abuelos lo que me atraía era retratar el amor después de tanto tiempo y las peleas que tenían, cumplían 60 años de casados y me propuse tratar de entender por qué estaban juntos. El documental del neuropsiquiátrico más que de la vejez habla de personas con cierta vulnerabilidad y sobre cómo el arte transforma a las personas que están internadas en esas instituciones.
¿Cómo surgió Randomondo? Con dos amigos compartíamos un taller de teatro y teníamos ganas de hacer cosas, pero como nos poníamos muy exigentes y somos tres neuróticos, al final terminamos haciendo un vídeo por año, el último fue un vídeoclip donde ante la crisis nos íbamos de vacaciones a Munro.
Si pudieras ser alguien por un día, ¿quién serías? No sé, creo que ahora no envidio mucho la vida de nadie. Pero hace unos años, por ejemplo, fantaseaba con tener la vida de una persona que tiene un taller mecánico. Te traen un auto y lo tenés que arreglar, el tipo no se neurotiza pensando qué pensaran los demás, si le va a salir mejor que el auto anterior, o en cómo conseguir plata para el arreglo, todas las cosas que sufría de mi profesión.
En ese momento pensaba en por qué elegí algo tan complejo, que te trae tantas preguntas, pero hoy ya no lo vivo así. Creo que todas las vidas y todas las profesiones son bastante complejas, con lo bueno y lo malo.
¿Qué nombre le pondrías a tu autobiografía? Indeciso.
¿Dónde encontrás creatividad? En mis fracasos, inseguridades, las cosas que me dan bronca, las injusticias. De mis amigos también aprendo y me motivan; Garabal, Piroyansky, Alexis Moyano, etc.
¿Cuál consideras un éxito inesperado? Nunca esperé que Bauza saliera campeón de la Libertadores con San Lorenzo. Yo había prometido comprar un metro para que el club pueda comprarle los terrenos a Carrefour si pasaba y lo tuve que hacer, encima era bastante plata para mí en ese momento y no me quedó otra que cumplir con la promesa (se ríe). También un poco me sorprendió la repercusión que tuvieron algunos videos que subí a las redes. Un día estaba en el gimnasio, que no voy mucho justo pero estaba ahí, y Diego Díaz en la tele medio enojado me invitaba a ir a su programa.
¿Un disco? Parte de la Religión de Charly García y una playlist de Spotify de soul que se llama Feelin good.
¿Un director? Coppola, Chaplin, Sergio Leone y Billy Wilder.
¿Un actor? Robert de Niro, Buster Keaton, de acá Sbaraglia, entre muchos otros.
¿Una película? El Padrino.
¿Soles ir al cine? No tan seguido, suelo darle demasiada bola a las recomendaciones y a las críticas porque soy muy ansioso, doy muchas vueltas porque me cuesta estar sentado más de dos horas viendo algo que no me convence.
Si pudieras elegir a alguien con quien colaborar, ¿a quién elegirías? Con muchos ya vengo colaborando, son amigos, pero acá hay muchísimos actores geniales como Daniel Hendler, Pilar Gamboa, Leonardo Sbaraglia, Juan Minujín y muchísimos más que me encantaría poder sumar a proyectos que haga.
¿Qué te tiene entusiasmado? Viajar y hacer mis propias series.
¿Qué es el éxito para vos? El éxito es no preguntarse por qué carajo elegí esto para mi vida todos los días.