Vanesa Krongold “Cuando uno hace, las oportunidades llegan. Hay que estar en esa órbita”.

Vanesa nos recibe en su showroom en Chacarita, la sede de la creatividad donde la magia ocurre, que en sus comienzos solía ser en el living de la casa de su madre. Hay percheros, mucho color y textura, estampa, objetos, libros, es una fiesta visual. Uno no sabe si mirar, tocar, sacar una foto o quedarse quieto y contemplar. Vanesa está al teléfono todavía, hablando de un desfile, de detalles y arreglos logísticos, etc. Cuando corta, pide disculpas varias veces y durante los 50 minutos siguientes, se dedica 100% a contarnos su historia.

Nació en Buenos Aires pero pasó mucho tiempo de su infancia y juventud en el campo donde su padre trabaja, en Corrientes. Hija de padres separados: iba y venía de la ciudad y el colegio privado, al campo y el pueblo donde la hora de siesta es sagrada y el entretenimiento es auto gestionado. Eso, sumado a su curiosidad nata, hizo que desde chica Vane tuviera mucha imaginación, mucho tiempo de juego y exploración consigo misma y habilidad para las manualidades. Durante la secundaria, ya iba a ferias americanas y compraba ropa por dos mangos, deambulaba por Once y se abastecía de insumos para sus creaciones manuales.

 

“Siempre abastecí mucho mi mundito”

 

¿Qué querías ser de chica cuando fueras grande? Música, a full. Toda mi infancia me la pase escuchando Pop. Era super pop, todo colores pasteles: “Siempre me gustó mucho cantar y bailar, lo expresivo. Y encontré en la ropa un canal. Siempre me gustó disfrazarme y maquillarme, más desde lo performático; también acompañaba mucho a mi Mamá a comprarse ropa.”

Su madre es arquitecta, de familia ‘académica’, sin diseñadores en el haber. Ser cantante no era una opción, había que estudiar ‘algo’ y el Diseño de Indumentaria parecía ser una buena alternativa entre lo creativo y conceptual que Vane necesitaba explorar y expresar, lo manual, y lo formal de una carrera. Estudió en la UP, y al tiempo fue asistente de cátedra, también trabajó para la facu como fotógrafa, aportando contenido y colaborando a darle una vuelta de rosca en su imagen. Al toque de arrancar, inquieta, empezó una pasantía en la revista Catalog, festejó su cumpleaños número 18 ahí: “Necesitaba ver como se aplicaba en el mundo real. Necesitaba ‘Salir’ al mundo.”

 

“Empecé la facultad y me di cuenta que me encantaba. Mi abordaje a la ropa siempre fue más artístico, no era tanto desde el producto sino para mí una vía de mostrar un punto de vista, colores, texturas.”

 

Para el final de la facultad, diseñó una línea de vestidos que vendía en el living de su casa. Al recibirse, la meta era conseguir trabajo en una marca de ropa ‘como debía ser’. En 2011 tuvo la oportunidad de hacer unos cursos en St. Martins Londres por 3 meses, y eso le cambió la cabeza. Al volver, una productora que conocía sus vestidos la llama y la invita a hacer un desfile en Ciudad Emergente, Vane venía con la cabeza estallada de nuevos estímulos e ideas de su viaje, por lo que en vez de ir a lo seguro que eran sus diseños ‘pre-St. Martins’, diseñó una colección nueva en un mes. Y si bien ese desfile finalmente no se hizo, hizo uno por su cuenta con el doble de looks en el boliche de un amigo. Era cuestión de tiempo hasta que su madre, harta de la casa tomada por vestidos, costurera, máquina de coser, moldes y demás le diera un ultimátum. Vane salió a buscar su propio lugar, y encontró refugio en esta joyita en Av. Forrest que al día de hoy alberga su showroom.

Vane reconoce y agradece mucho la suerte que tuvo en relacionarse y conocer personas del mundo de la moda que la han ayudado y han sido tan generosas con ella. Por ejemplo, mientras diseñaba estampas para Ay Not, Noel le abrió las puertas de Paradise Garage ofreciéndole vender ahí: “Me dijo, ármate toda una vidriera con tu nombre”. Como también se reconoce super trabajadora, es super conciente de las horas de trabajo invertidas en cada pieza que expone. Las cosas no llegan solas, está uno atrás de las cosas haciendo que sucedan.

 

“Me frustro más cuando no puedo hacer algo yo, desde mi ser, que por lo que pueda pasar afuera. Para mi tiene que ver con mi motor, cuando no tengo mi motor al 100% es cuando me frustro. Sé que todo depende de mí.”

 

¿Qué crees que fue lo que prendió de Vanesa Krongold? Los desfiles, mis modelos, los colores… no siguen una belleza clásica. Eso va a ser siempre así.

¿Cómo es esa belleza? No es una belleza perfecta, es una belleza controversial. Te cuestiona, te invita a reflexionar.

 

“Siempre me estoy preguntando. No funciono ni ahí en modo automático, ni loca. Quizás por estar cuestionándome es que surgen proyectos distintos, como hacer vestuario para una serie web o publicidad, o hacer unos vestidos para Fuerza Bruta Japón, o los diseños a medida. Abrí un poco el espectro, la estructura de mi marca es más abierta, más flexible.”

 

Vanesa Krongold es sinónimo de… Corona de oro.

¿Algún mito que hayas derribado? El mito de la plata. Una buena idea lleva a la plata y no al revés. Es un camino más difícil porque la gente opina-opina-opina, pero algo que tiene un valor, que es genuino y está marcando un momento, hay que creer en eso.

¿Con quién te sentarías a tomar algo y que tomarías? Con Miuccia Prada, que la amo. Y tomaría champagne.

¿Cuál es tu estado emocional más frecuente? Voy de un punto al otro eh, de extrema alegría a melancolía.

¿Cuál es tu momento del día más productivo? La mañana.

¿A qué hora te levantás y acostás? 8am…. Y me acuesto tipo 12.

¿Un ritual que tengas? Mirar Instagram.

 

“Ser curiosa me ha permitido sacar ideas de cualquier lado, de una conversación con alguien en la calle, que me di cuenta de algo y me parece increíble. Escribo mucho, y eso que escribo después lo llevo a imagen. El proceso creativo va cambiando. Tengo mi sistema, que es no ser sistemática. Tener una manera tan diferente de pensar a mis colegas cada tanto me hacía dudar, ahora me doy cuenta que está bien el camino. Siempre me digo: ‘Todo al final vale la pena’ cuando ves el resultado te das cuenta que valió la pena, que estuvo bien.”

 

¿Qué estímulos te nutren? La calle y su mezcla: los carteles, como se viste la gente, la comida, los idiomas, los diferentes barrios.

¿Qué superpoder te gustaría tener? Creo que una cápsula de tiempo para poder ir y volver.

¿En qué época te gustaría vivir? En los 60′ y a principios de 1900 en París.

¿Un pendiente? Mi banda de música.

¿Una palabra que te guste decir? ‘Dale’. Digo más ‘dale’ que ‘no’. Es un ‘Si, vamos’.

¿Cómo te malcriás a vos misma? Me corto el pelo y me hago máscaras faciales.

¿Qué es el éxito para vos? Tener gente que confía y clientes. Y poder hacer lo que me gusta. Prefiero hacer lo que me gusta y que esta sea mi vida.

¿Algún objeto fetiche? No es un objeto, pero mi gato.

¿Qué no puede faltar en tu heladera? Limón.

¿Qué buscas transmitir con tu marca? Una sensación de comunidad, de un momento actual, de ahora. Y algo nuevo y fuerte.

¿Un gran maestro y qué te enseñó? Patricia mi profesora de Diseño en la facultad. Fue mi mentora, con ella aprendí todo, fui su asistente de cátedra, ahora soy profesora en la facu hace 6 años y ella fue quien me recomendó. Ella es mi guía. Sus clases me cambiaron la cabeza. También mi abuelo, es re maestro. Me compró mis máquinas de coser.

¿Quién fue la primer persona que creyó en vos? Patricia y Jimena de Catalog, le iba mostrando lo que hacía en la facu y ella me decía ‘Lo ponemos en la revista’.

¿Cuándo te sentís más vos misma? Cuando estoy con mi familia, con mis sobrinos.

¿Una cualidad que te reconozcas? El sentido del humor.

¿Cómo es el proceso de vestirte? Depende de la intención. A veces quiero ser más formal, a veces más chill, a veces más extravagante, a veces estoy re simple. Tiene que ver con mi estado de ánimo. Me visto como quiero y eso va a representar cómo estoy.

¿Por qué te gustaría ser reconocida? Por haber marcado un momento.

¿Un prejuicio que hayas tenido sobre vos misma? Que era incapaz.

¿Qué consejo le darías a tu yo de 15 años? Que sea más rebelde: ‘escapate’.

¿Cómo manejas la exigencia? Soy muy exigente, cada vez más. Creo que la exigencia crece como parte de la responsabilidad.

¿Talento, experimento o ejercicio? Experimento.

¿Una concepción errada a la hora de emprender? Que hay que tener un plan a largo plazo, algo que es eterno o que debe durar, algo que debe tener una gran inversión. Y no, para mí es lo opuesto: una idea simple, mucha energía y mucha adrenalina.

 

“Creo que con menos recursos  uno puede ser mucho más creativo”

 

¿Un libro? La Historia del Glam Rock.

¿Una serie? The End of the Fucking World.

¿Una mente creativa que admires? La mente de David Bowie y su música.

¿Un artista? Sonia Delaunay. 

 

www.vanesakrongold.com 

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