Edu Braun y Justo Dell Acqua: los directores detrás de WACHO
Edu Braun y Justo Dell Acqua fueron al mismo colegio, pero no al mismo curso. Su amistad surgió más tarde, gracias a amigos en común.
Después de haberse egresado, cada uno ocupaba su tiempo en cosas diferentes: Edu filmando y creando contenido online para la banda Silvestre y La Naranja, y Justo siendo el productor y guionista de Poxyclub; pero los distintos grupos que se habían generado en su colegio empezaron a cruzarse y a hacerse amigos. Como cuenta Justo, él y Edu eran “los que estaban encargados de hacer videos en esa banda”. Por eso, cuando le ofrecieron un proyecto nuevo, todos le dijeron “hacelo con Edu”.
Hicieron el video El paso para Silvestre y La Naranja, y, a partir de ese proyecto, no dejaron de trabajar juntos. Un tiempo después, oficializaron su dupla creativa y pasaron a llamarse WACHO.
Con el pasar de los años, su trabajo fue distinguido con reconocimientos como un Grammy, un Vimeo Staff Pick, un premio en Cannes y otras menciones.
¿Cómo aprendieron a hacer videos?
Edu Braun: en nuestro colegio había un taller de imagen y sonido, y estuve en él desde séptimo grado. Después estudié comunicación y ahí también hice cosas de videos. Y más tarde empecé a hacerlo por mí cuenta.
Justo Dell Acqua: estudié cine en la FUC (Universidad del Cine) y, para mí, la facultad fue el punto de quiebre donde empecé a hacer videos. Aunque, en realidad, cuando era chico también me interesaba filmar: si veía a alguien con una cámara trataba de agarrarla y empezar a investigar.
Pero fue a partir de la música que empecé a considerar al arte como algo para investigar. Cuando tenía que decidir qué estudiar, podría haber sido en cualquier universidad de arte. Podría haber sido música, que me interesaba mucho; pero consideraba que era un proceso mucho más difícil de sobrevivir y, por eso, elegí investigar el arte a través del cine.
¿Cuándo consideran que se juntaron oficialmente?
EB: Cuando la casa en la que vivía con mi mamá era el lugar en donde todos nos juntábamos. En esa época, Justo venía y escribíamos ideas, guiones. El paso de Silvestre y La Naranja fue mi primera vez guionando, escribiendo algo así. Nos fuimos a filmarlo a Villa Epecuén, que era lejos. Al toque, después de hacerlo, nos fuimos a Punta del Este a filmar un corto, que nunca editamos.
JDA: Las ganas de hacer ese corto salieron de haber hecho ese videoclip, con el que, en aquella época, nos habíamos sentido muy conformes. Fueron las ganas de hacer algo más. La idea surgió de un cuento que había escrito un amigo nuestro después de haber pasado un verano intenso con un grupo de amigos en una casa, que alguno de ellos nombró “Charlotte Caniggia”. Cuando leí el relato, le dije que con Edu lo queríamos filmar.
Nos juntamos con él a escribir el guión, pero después no funcionó y sutilmente lo echamos. Lo terminamos de escribir con Edu y lo filmamos. Pero nunca salió.
EB: Eventualmente, va a salir. A nivel material, nos gusta.
Después de eso, ¿qué siguió?
EB: Me fui a Europa casi un año a hacer un intercambio con la facultad en Sciences Po, París. Creo que por eso también no editamos el video. Apenas volví, empezamos a hacer otras cosas.
JDA: Mientras Edu estaba en Europa, me reunía con músicos a crear guiones para videoclips que al final nunca filmamos. Pensábamos cosas muy ambiciosas para los presupuestos que teníamos.
EB: Siempre somos muy ambiciosos.
JDA: Cuando Edu volvió en 2014, empezamos a trabajar juntos de nuevo. No logramos hacer nada pero estábamos muy seguros del proyecto. Ahí ya nos llamábamos Wacho. No me preocupaba que otros fueran mejores, estaba muy seguro de lo que podría llegar a ser.
EB: El viaje por Europa fue revelador. Después de volver, en el verano, me fui al Sur y tomé LSD en el medio de la nada. Fue ese el viaje en el que dije “ahora quiero hacer cosas que estén buenas”. Y ese año hicimos Noumenon, un fashion film para Jessica Trosman (JT) que ganó varios premios; estuvo bueno porque, después de no haber hecho nada por un año, apostamos por algo y rindió. Las estéticas con las que estábamos jugando en ese momento lograron que se vuelva muy viral en Vimeo. Eso nos permitió hacer otro video.
Edu Braun: “Un medio puede llegar a ser una forma de vivir más intensamente la vida. Deja de ser un fin en sí mismo y empieza a ser una experimentación para sentir más cosas”
¿Cómo se dio lo de JT (NOUMENON)?
EB: Fuimos a presentarle una idea a ella y nos dieron el OK. Teníamos una amiga que trabajaba ahí, por eso lo hicimos.
¿Qué proyecto vino después?
EB: Después tuvimos suerte y nos llegó un mail de la banda SOAK. Estábamos en Villa Crespo, en un café de mala muerte un viernes a las siete de la tarde, y, de la nada, nos llega un mail de una banda diciendo que querían que les hagamos un video.
Para mí, eso es mucha suerte. Tiene que ver con esas cosas que pasan por atrás, esa concatenación de cositas que cayeron en su lugar. Porque, al final, uno deja la vida por algo pero después eso tiene que generar otra cosa, tiene que abrirte alguna puerta o generar alguna reacción. Porque, si no, te quedas ahí.
JDA: Todos nuestros proyectos, por ahora, tuvieron mucho que ver con nuestras ganas de hacerlos porque sí, y no por algún beneficio económico. Todos los que nos ayudan lo hacen también porque quieren hacerlo.
EB: Creo que, así, logramos generar buenos equipos. Encontramos gente que confía en nosotros y que tiene nuestra misma visión. En esa época, teníamos la idea de crear equipos de personas no expertas, que no estaban en el rubro.
¿Por qué hacían eso?
EB: Teníamos una necesidad de descubrir el proceso por nuestra propia cuenta.
JDA: Siempre nos gustó juntarnos con locos. Nos divertía. Además, también un poco porque en el pequeño mundo audiovisual nos sentíamos marginales.
EB: Todo medio es cerrado. Si todavía no hiciste nada que llame la atención, es difícil reclutar a la gente que ya te gusta lo que hace. En ese momento, teníamos esa cosa de llamar a un amigo y decirle “Nos gusta mucho como te vestís, ¿querés ser director de arte?”.
Claro, al principio, necesitas un voto de confianza. Ya sea un amigo o de JT, por ejemplo.
EB: Me acuerdo de que esos primeros dos años nos juntábamos con Justo a tener charlas largas hasta muy tarde y casi que gritábamos que necesitábamos a alguien que confíe en nosotros. De hecho, seguimos en esa lucha y creo que no se acaba nunca esa necesidad de alguien que confíe porque, al final, es todo un conjunto de oportunidades.
Desde esa primera etapa hasta esta parte, ¿qué los marcó?
EB: Yo siento que seguimos en esa primera etapa.
JDA: Sí, yo también.
ED: Hay una cuota de seguir confiando y encontrar en cada proyecto una oportunidad para aprender del proceso y de uno mismo. Siempre, hasta ahora, tuvimos la suerte de que una cosa llevó a la otra. Te vas sintiendo más cómodo.
JDA: Vas entendiendo un camino de lo que te gustaría hacer, que, cuando empezás, no está tan claro. No sabes qué es lo que te mueve a seguir filmando, lo vas encontrando. Son razones cada vez más personales.
EB: Vas experimentando y jugando con un lenguaje. Al principio, cuando haces un videoclip y jugás con una cámara, tratas de que encaje en un género o en un discurso ya conocido y, después de experimentar un rato, pasas a querer hacer esa experimentación algo mucho más personal y a ver qué cosas te permite el lenguaje y el propio medio. Te empezás a enamorar un poco también de eso: de como un medio puede llegar a ser una forma de vivir más intensamente la vida. Deja de ser un fin en sí mismo y empieza a ser una experimentación para sentir más cosas.
¿Qué quieren sentir más y qué quieren sentir menos?
JDA: Lo que más quiero sentir es la mayor seguridad para hacer lo que quiera todo el tiempo y eso para mí requiere estar en contacto con la intuición. Y lo que quiero sentir menos es nostalgia: el peso de las cosas que hice o que me pasaron; o quizás tristeza.
EB: Yo creo que quiero sentir todo. Pero sí me gustaría sentir todo con más aceptación porque creo que la resistencia a lo que sentís te cansa y no te deja crecer. Quiero sentir todo pero con un grado de aceptación; esa palabra la tengo siempre en la cabeza: aceptar, lo que venga.
Igual, en esa pregunta de sentir más o menos hay una división, como si hubiera algo mejor o peor. Creo que está todo bueno, todo tiene una razón. Todo es parte de lo mismo, nada es más luminoso o más oscuro; solo la negación es oscura. Me gustaría y me gusta sentir todo, aunque a veces me cueste aceptarlo.
¿Qué significan los viajes y los premios?
EB: Fuimos a Cannes hace dos semanas a recibir un premio – el Young Directors Award –. En un festival que se hace en simultáneo al festival de publicidad de Cannes, pero que está dedicado a realizadores jóvenes. Ahí ganamos con un videoclip que todavía no salió, que filmamos en Misiones el año pasado.
Fue todo muy improvisado; de hecho, compramos el pasaje en Ezeiza: nos despertamos una mañana y logramos que un productor francés nos pague el pasaje. Estuvimos allá 10 días y volvimos.
Siempre los premios son intensos, pero, esencialmente, son lindos. Son como una caricia o una palmada.
¿Cómo fue la experiencia de ganar un Grammy?
JDA: Lo ganamos con Gallo Negro, un video para los Illya Kuryaki. Fue buenísimo, en el momento fue una alegría, pero después no pasó nada. Fue simplemente tener un Grammy ahí que no tiene ningún valor para la carrera. Con el premio de Cannes siento algo distinto, creo que nos puede abrir oportunidades.
EB: En el fondo, lo que dice un premio es que a la gente le gusta. Pero, en realidad, no tiene valor.
Al final, es parte de un juego. Son instituciones de personas que dicen “esto vale, esto no vale”. Y es raro, porque el video que más me gusta que hicimos tuvo un puñado de views y no tuvo ninguna mención, ni gano ningún premio. No lo publicaron en ningún lado, es el video que menos éxito tuvo. Es un video que hicimos para un amigo que tiene un proyecto de techno que se llama YYY.
JDA: De hecho, el mayor sentido que le ves a esos premios no se si es positivo o negativo. Quizás, te alejan del proceso.
¿Cómo es la dinámica de dúo?
JDA: Creo que no hay una dinámica marcada.
EB: Claro, no hay una división de tareas ni hay algo preestablecido. Lo importante es aprender a soltar y confiar. Pero también son cosas que nunca terminas de aprender.
También son importantes los momentos de decirse cosas que quizás no caen bien, porque creo que de esos momentos de mayor tensión surge algo de lo que aprender.
JDA: Lo que no cae bien en un momento, después cobra sentido.
Y, ¿cómo manejan la ansiedad de los silencios entre proyectos?
EB y JDA: Muy mal.
JDA: De hecho, cuando terminamos el último video que hicimos, fue una depresión. Por lo menos hasta que nos pagaron el pasaje para ir a Cannes.
EB: Genera mucha ansiedad y te podés deprimir.
¿Y qué hacen al respecto? Por ejemplo, ¿qué están haciendo ahora?
JDA: Bueno, ahora estamos trabajando, pero es entender que esos momentos en los que no tenés nada son momentos para pensar.
EB: De hecho, en los primeros años, había algo de eso, de aceptar no hacer nada. Teníamos esta idea de que en los momentos en que no hay nada, surge lo nuevo.
También es importante no ponerle a todo ese carácter de final y entender que todo es un paso más. Cualquier cosa, por más chiquita que parezca, es un paso más a algo nuevo. Hay algo de entenderlo como un camino que está todo el tiempo revelándose.
Sí, claro. Pero también hay una presión social que genera ansiedad.
JDA: Sí, obvio. Si bien estábamos trabajando, hace un tiempo no “sacábamos” algo. Y teníamos amigos que nos decían “y, ¿siguen haciendo los videítos?”.
Justo, ¿cómo describís a Edu?
JDA: Es bastante detallista, muy dedicado; ve muchas películas.
Edu, ¿cómo describís a Justo?
EB: Justo tiene una mirada muy individual y casi única que es muy refrescante. También acepta las cosas como son, perdona.
Edu, ¿qué querías ser cuando eras chico?
EB: Tuve etapas. Quería ser el Papa, o Jesús o profeta. Mi familia era muy religiosa y, entonces, tenía un flash con Dios. Me gustó crecer así, con esta idea de Dios, de cosas enormes.
Después pasé a querer ser director de cine. Cuando tenía cinco años, recuerdo estar en mi casa muy ansioso esperando a que me pase a buscar la mamá de un amigo del jardín para ver el estreno de la película de “Dibu”. También, recuerdo que ir a alquilar videos al videoclub era lo mejor que me podía pasar. Pero tarde mucho tiempo en aceptar que los directores no son semidioses. Porque había algo de tanta magia en ver una película que me hacía pensar: “la gente que hace esto es un semi-dios”. Por suerte, empecé a filmar sin darme mucha cuenta, sin tener que tomar una decisión; de repente me vi haciéndolo.
¿Qué películas o directores los marcaron?
EB: Que pregunta fea, porque es algo que cambia todo el tiempo.
JDA: Tal vez, yo me acuerdo estar viendo Barry Lyndon de Kubrick y pensar “yo quiero hacer eso”. Pero también me pasó con Boogie Nights o Sans Soleil.
Edu, en lugar de una película que te marcó, ¿cuál fue la última película que viste que recomendarías?
EB: Paddington 2.
¿Cuál es su alimento creativo? ¿Qué los inspira?
JDA: Todo, desde una clase de karate hasta meditación. Hay posiciones de karate en las que tenés que estar muy agachado y me hicieron pensar en movimientos de cámaras donde esté todo más abajo. Igual, creo que, más que nada, leer.
EB: Sí, leer y la música.
¿Un libro que recomiendan?
EB: Un libro de poemas que me pasó Justo, que me hizo llorar. Lej Lejá, de Yaki Setton.
JDA: Podría decir muchos, pero uno que me inspiró mucho aunque no pase más de cien páginas es La guerra y la paz de Tolstoi. Quiero decirte muchos para que ninguno tenga más importancia: Buffalo bill ha muerto de Cummings, Los Lemmings y otros de Fabián Casas, Mi juventud unida de Mariano Blatt.
¿Un mito que hayan derribado?
EB: ¿El fracaso?
JDA: Ah, que suertudo (se ríe).
EB: Bueno, todavía no lo derribé, pero me gustaría hacerlo. Otro mito podría ser que a alguien le importa.
JDA: ¡Eso! Saber que a nadie le importa.
EB: Otro mito que derribé es ese de hacer las cosas solo. Nunca haces nada solo, siempre estás acompañado. Siempre te sumás, físicamente o no, a una marcha muy larga de gente.